Oración de la Mañana

Querido Dios, gracias por regalarme un nuevo día. El simple hecho de abrir mis ojos esta mañana es un regalo que no tomo a la ligera. Gracias por haberme protegido durante la noche y por el aliento de vida que ahora llena mis pulmones.

Señor, la vida no se detiene, y cuando creo que una dificultad termina, otra aparece. Sin embargo, en medio de todo esto sé que Tú estás conmigo. Tu Palabra en Efesios 3:20 declara: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.”

Padre, me alegra saber que ese poder viene de Ti y está obrando en mí en este momento. Hoy pongo en tus manos todas mis preocupaciones, mis miedos y mis dudas que pesan sobre mi corazón. He visto cómo has obrado en mi vida antes, y creo firmemente que lo volverás a hacer.

Gracias por tu fidelidad inquebrantable y porque nunca me dejas solo para enfrentar mis batallas. Te entrego este día con confianza, en el nombre de Jesús. Amén.

📖 “¿Cómo que ‘si puedes’?”, respondió Jesús. “Todo es posible para el que cree.” — Marcos 9:23

Señor de mi vida, en esta mañana resplandeciente elevo mi voz para bendecirte, porque en cada rayo de sol siento tu ternura y tu amor. Padre poderoso, hoy me acerco a Ti con un corazón agradecido por el regalo de un nuevo día.

Gracias porque en las maravillas que me rodean descubro tu amor constante y generoso. Al contemplar la grandeza de tu obra, reconozco que todo lo que me das es un don inmerecido. Aunque muchas veces he fallado, Tú permaneces fiel. Nunca te alejas de mí y cada día me recuerdas que eres mi fuerza, mi motor y mi refugio en la dificultad.

Señor, te pido que me protejas de toda tentación y que no permitas que el enemigo se interponga en mi camino. Dame la gracia de superar cada prueba y que el mal no tenga dominio sobre mí, porque sé que caminas a mi lado. Guíame para tomar decisiones sabias y en armonía con tu voluntad.

Ayúdame a discernir con claridad y a mantenerme fiel a los propósitos que has establecido para mi vida. No me apartes de tu presencia, Señor. Que siempre siga el camino que has trazado para mí, que tu amor renueve mi esperanza y me llene de tu compasión infinita.

Tú eres mi luz y mi guía hacia la meta eterna de tu Reino. Contigo todo cobra sentido y se hace posible. Concédeme sabiduría y entendimiento para enfrentar aquello que me aparta de Ti. Ayúdame a vencer el pecado, a soltar el rencor, a disipar las dudas y a rechazar toda mentira.

No dejes que la incertidumbre ni la desesperanza roben mi paz. Que hoy pueda sentir tu cercanía y experimentar la serenidad de saber que tu mirada está sobre mí. Abrázame en las dificultades y haz que tu misericordia sea más grande que mis faltas.

Renueva mi interior, fortalece mi alma y líbrame de toda carga que el enemigo quiera usar para herirme. Restaura mi vida y toma el control de todo lo que soy y lo que poseo. Que seas Tú, Señor, quien obre mi transformación.

En tus manos pongo mi existencia. Enséñame a escuchar tu voz y a cumplir tu voluntad. Gracias por estar conmigo en cada momento: en la noche que ya pasó y en este nuevo amanecer. Confío en que tu presencia me acompañará en todo lo que venga.

Con tu compasión no hay herida que no puedas sanar ni circunstancia que no puedas transformar. Gracias porque me has amado sin condiciones y ese amor me asegura que te pertenezco. Amado Padre, condúceme por el camino de santidad y no permitas que mis pasos se aparten de tu gloria en este nuevo día.

Amén.

Hoy rezamos también por la Iglesia, por el Papa y por los obispos, pidiendo al Espíritu Santo que los guíe y fortalezca en su misión.

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Mira si voy por el mal camino y guíame por el camino eterno.”
— Salmo 139