Oración de la Mañana

Amado Dios, gracias por acompañarme en este día. Gracias por Tu presencia que me sostiene al despertar y también al descansar. Gracias por llevarme con seguridad a cada lugar donde debía estar hoy. Gracias por proveerme lo necesario para seguir adelante.

Ahora que me preparo para dormir, te pido Tu protección sobre mí. Rodéame con Tu perfecta paz para poder conciliar el sueño con tranquilidad. Muchas cosas pasaron en este día, pero en todo momento Tu fidelidad me sostuvo. Tu fuerza me dio poder para superar cada obstáculo.

Gracias por ser un Dios que me guarda en Sus manos y nunca me suelta. Al dormir esta noche, agradezco cada respiro, cada instante y cada bendición recibida. Entrego esta noche en Tus manos.

En el nombre de Jesús, Amén.

“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera, porque en Ti ha confiado.” – Isaías 26:3

Mi Señor y mi Dios, en esta mañana vengo ante Ti con un corazón agradecido, con una mente abierta y con un espíritu deseoso de estar en Tu presencia. Abrir los ojos y descubrir que sigo con vida ya es un motivo suficiente para levantar mis manos y decir: Gracias, Padre, por Tu inmenso amor.

Reconozco que no soy digno de tantas bendiciones, pero en Tu infinita misericordia me concedes el regalo de un nuevo día. Deseo aprovechar cada instante para honrarte y glorificarte. Al ver salir el sol por mi ventana siento que me hablas, recordándome que no importa cuán oscura sea la noche, siempre habrá un nuevo amanecer.

Gracias, Señor, por el don de mi familia. Gracias por permitirme verlos sonreír, hablar, caminar y abrazar. Sus gestos, su ternura y su compañía son tesoros que Tú has puesto en mis manos. Enséñame a amarlos, protegerlos y guiarlos por Tus caminos. Dame sabiduría para ser ejemplo de fe, paciencia para corregir con amor y sensibilidad para comprender sus necesidades.

Gracias por darme fuerzas incluso en mis debilidades. Gracias porque me recuerdas que todo lo puedo en Ti. Cuando enfrento problemas que parecen gigantes, me enseñas que no estoy solo en la batalla, porque a mi lado está el Dios de los ejércitos, el Rey de Reyes, el Señor de Señores.

Hoy también quiero agradecerte por mi salud, aunque a veces olvido valorar lo más simple: caminar, ver, oír, hablar, respirar. Gracias por la energía que me das para cumplir mis tareas, para trabajar con esfuerzo y para seguir persiguiendo mis sueños. Enséñame a no quejarme por lo que me falta, sino a agradecer por lo que tengo, porque todo viene de Tu mano generosa.

Señor, pongo en Tus manos mis planes y mis proyectos. Conoces mis deseos más profundos y lo que guardo en mi corazón. Te entrego cada meta y cada paso de este día. No permitas que la ansiedad por el mañana me robe la paz del presente. Enséñame a confiar en que abrirás las puertas correctas y cerrarás las que no me convienen.

Bendice mi trabajo y el de mis hermanos. Que todo lo que hagamos hoy sea con pasión, excelencia y honestidad, recordando que no trabajamos para agradar a los hombres, sino para servirte a Ti. Y si hoy hay cansancio o desánimo, recuérdanos que vale la pena perseverar, porque Tú recompensas la fe de los que permanecen firmes.

Padre eterno, te presento mis debilidades y mis luchas internas. Tú conoces lo más profundo de mi ser: mis temores, mis inseguridades y mis pensamientos. Te entrego mis cargas para que las conviertas en confianza, mis heridas para que las sanes y mis errores para que me enseñes a aprender de ellos. Líbrame de las mentiras del enemigo que buscan hacerme creer que no valgo nada, porque en Ti está mi verdadero valor: soy Tu hijo amado.

Dame la gracia de amar al prójimo como Tú me amas. Enséñame a perdonar a quienes me han herido, a ser compasivo con los que sufren, generoso con los que carecen, paciente con los que fallan y humilde en medio de los logros. Que mis palabras sean de aliento, mis acciones reflejen bondad y mi vida sea un testimonio vivo de Tu amor.