Oración de la Mañana

Querido Dios, gracias por regalarme un nuevo día. Tu Palabra en el Salmo 24:1 dice: “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes le pertenecen”. Señor, todo lo que tengo es Tuyo, y todo lo que soy es por Ti. En cada momento que viva hoy, enfrentaré cada obstáculo con confianza, sabiendo que Tú tienes un plan perfecto y que todas las cosas siguen obrando para bien. El dolor que siento ahora no se compara con la alegría que vendrá. Un día, me abrazarás tan fuerte que todas mis piezas rotas volverán a unirse. Pase lo que pase, la verdad es que cada día es un día para decir: “Gracias, Dios”. Gracias por darme otra oportunidad de vivir, de seguir creyendo y de honrarte con mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

“Estén alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes; sean fuertes.” —1 Corintios 16:13

Padre amado, en este nuevo amanecer me acerco a Ti con un corazón agradecido. Gracias por el regalo de la vida, por la luz que ilumina mi camino y por la oportunidad de vivir un día más bajo Tu amor y cuidado. Hoy elevo mi corazón y mi alabanza a Ti, ofreciéndote todo mi ser en gratitud.

Señor, sana las heridas que llevo dentro, calma el dolor que aún persiste y transforma mis lágrimas en una sonrisa llena de esperanza. Lléname de Tu alegría, aparta de mí toda tristeza y libérame de todo lo que roba mi paz. No quiero vivir sin valorar el don de la existencia. Deseo que cada acción tenga sentido y que a través de mis pasos pueda reflejar Tu presencia.

Necesito Tu fuerza, Tu paz y ese amor que transforma todo a mi alrededor. Enséñame a no rendirme ante las pruebas ni a dejar que las decepciones apaguen mi fe. Gracias, Señor, porque desde que habitas en mi corazón, mi vida ha cambiado y se ha llenado de esperanza. Tu amor me ha hecho crecer y me ha dado una nueva forma de mirar la vida con confianza y valor. En Ti encuentro consuelo, fortaleza y el motivo para adorarte con todo lo que soy.

Tú conoces mis pensamientos, incluso los que no logro expresar con palabras, porque ves lo más profundo de mi corazón. Confío en que llegará el día en que levantaré mis manos en victoria, porque Tu poder no tiene límites y me sostendrá hasta el triunfo. Tú eres mi fuerza, mi refugio y el verdadero sentido de mi existencia.

Quédate conmigo, Señor, con Tu presencia viva. Dirige mis pasos, enséñame cuándo avanzar, cuándo guardar silencio y cuándo hablar con firmeza. Dame sabiduría para comprender mi camino, afrontar los retos con fidelidad y ver con Tus ojos llenos de amor y compasión.

Dios de vida, confío en Tus promesas de abundantes bendiciones. Dame Tu amor y Tu fortaleza para permanecer firme en los momentos de dificultad. Hazme un hijo fiel que no se aparta de Ti y que confía plenamente en Tu tiempo perfecto.

Padre amado, envía Tu Espíritu Santo en esta jornada para que habite en mí y me ayude a construir Tu reino de amor y bondad. Amén.

Hoy practicaré la paciencia activa ante las dificultades, ofreciendo mi calma y confianza en Dios por una intención especial. Te amo, Señor, mi roca, mi fortaleza y mi libertador.

“Dios mío, mi peña en quien me refugio.” — Salmo 18