Oración de la Mañana

Querido Dios,
Gracias por el regalo de este nuevo día. Gracias por recordarme que, a través de Ti, todo es posible. Hoy te pido que renueves mi corazón con una pasión fresca para buscarte con todo lo que soy. Enciende un fuego en mi alma que consuma todo temor, toda duda y toda limitación que me ha estado frenando.

Derriba los muros del miedo, la vergüenza, la ansiedad y la indiferencia que me impiden caminar plenamente en el propósito para el cual me creaste. Tu Palabra en Santiago 4:8 dice: “Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes.” Y así, Señor, como dice la Escritura, hoy me acerco a Ti. Abro mi corazón y me rindo ante Tu presencia.

Transforma mi forma de pensar. Ayúdame a vivir de manera diferente, a amar sin condiciones y a reflejar más de Ti en todo lo que hago. Que Tu Espíritu me moldee para que cada día me parezca más a Ti.

Aun en medio de las dificultades, enséñame a ver tus bendiciones. Ayúdame a encontrar las lecciones en cada momento y a ser agradecido incluso en los lugares más difíciles. Hoy rindo mis pensamientos, mis deseos y todos mis planes a Ti, confiando plenamente en que Tus caminos son mejores que los míos.

En el nombre de Jesús, Amén.

📖 “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos.”
— Salmo 139:23

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Señor bueno y misericordioso, gracias por regalarme un nuevo día de vida. Gracias por permitirme ver la luz de este amanecer y volver a sentir el calor de tu amor y tu presencia. En esta mañana que comienza, me llena de alegría contemplar la belleza con la que has adornado este nuevo día.

Gracias porque hay personas que me valoran y desean compartir conmigo su tiempo y una amistad sincera. Acompáñame hoy, Señor. Ayúdame a despejar mi mente y a ordenar mis pensamientos y sentimientos, especialmente aquellos que me quitan la paz. Así como abrí mis ojos a la luz de este día, permite que también despierte algo nuevo dentro de mí.

Gracias por estar aquí, escuchando mi oración. Gracias por tu infinita generosidad, porque cuando estoy a tu lado, no me falta nada. Dios eterno y celestial, te alabo en esta mañana luminosa. Tú eres el Ser Supremo que sobrepasa todo entendimiento y eres digno de toda adoración. Deseo que mi vida hoy sea una melodía de alabanza para ti y que cada una de mis acciones esté guiada por tu santa voluntad.

Confío plenamente en que todo lo que permites en mi camino es necesario para mi crecimiento espiritual. No quiero que nada me aparte de tu grandeza, porque en ti encuentro la verdadera alegría y el propósito eterno de mi existencia.

Padre todopoderoso, acompaña también a quienes guardo en mi corazón y guíanos por caminos de amor, paz y prosperidad.

Comienzo este día con esperanza, confiando en que traerá nuevas oportunidades. Te ruego que extiendas tu protección sobre quienes hoy luchan por llevar el sustento a sus hogares. No quiero conservar ninguna mancha de pecado, por eso te imploro que me limpies con la gracia de tu Santo Espíritu.

Gracias porque sé que me sostendrás con tu mano y me darás la fortaleza para continuar. Agradezco tu presencia constante, porque estarás conmigo para afrontar cada reto que este día traiga. Te pido que tu gracia me proteja como escudo, y tu poder me defienda como espada para salir victorioso.

Gracias porque me haces sentir valioso, como si fuera tu posesión más preciada. Por eso te amo, Señor, y deseo amarte más profundamente cada día. No tengo miedo, porque tú eres mi luz, mi salvación, el que escucha mis súplicas, atiende mi oración y recibe mi alabanza. Cada día me aferro más a ti. Te busco desde temprano porque solo en ti encuentro respuestas a mis temores y confusiones.

Señor, te ruego que cuides con tu amor a quienes has puesto bajo mi cuidado. Líbranos de todo mal. Abre sus corazones para que escuchen tu voz y caminen por el sendero de santidad y rectitud que tú nos has mostrado. Oh Dios, tú eres mi refugio, mi roca firme y mi salvador.

A ti te entrego este día y todo lo que soy. Confío plenamente en ti, Señor. Bendíceme esta mañana y dame la oportunidad de ser mejor, de alabarte siempre con profunda devoción. Amén.

Hoy ofreceré a Dios una mortificación voluntaria, uniéndome así a la pasión redentora de Cristo por la salvación de las almas.

Alaben el nombre del Señor.
Alaben, siervos del Señor.
Alaben al Señor porque Él es bueno.
— Salmo 135

Que el Señor nos bendiga y nos acompañe en este día.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén