Oración de la Mañana – Domingo 13 de Julio de 2025
Oración de la Mañana
Querido Dios,
Gracias por el regalo de este nuevo día. Gracias por estar conmigo incluso en los momentos en que me siento roto, cansado y sin fuerzas. Gracias por recordarme que no necesito tenerlo todo bajo control ni ser perfecto para acercarme a Ti.
Tu Palabra me recuerda en Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Y aun cuando siento que ya no puedo más, tu fuerza viene a sostenerme y a levantarme.
Señor, ayúdame a respirar, a dar un paso más, y a confiar en que el dolor que siento hoy no se compara con la alegría que vendrá. Enséñame a apoyarme en Ti, no solo cuando me siento fuerte, sino especialmente cuando me siento débil.
Gracias por no alejarte de mí, por acompañarme en cada etapa del camino y por amarme incondicionalmente a través de todo este proceso. Gracias por escuchar mi oración y por sostener mi corazón con tu amor.
En el nombre de Jesús,
Amén.
“Le pido a Dios que, por la riqueza de su gloria, los fortalezca interiormente con el poder de su Espíritu.”
— Efesios 3:16
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Amado Dios, comienzo este domingo entregándote mi vida. Gracias por regalarme un nuevo amanecer, por acompañarme y por bendecirme constantemente. Hoy me postro ante ti en adoración, reconociéndote como el Señor de mi vida y de toda la creación.
En esta mañana, me detengo para reflexionar sobre lo vivido y con fe te entrego todo lo que está por venir. No permitas que el desánimo invada mi corazón. Me entrego a ti por completo y confieso que eres mi mayor propósito. Te pido, Señor, que derrames tus bendiciones sobre mí en este día.
Tú conoces cuánto te necesito. Ven y dirige cada parte de mi ser. Gracias porque tú eres la fuente de todo bien, de la verdadera misericordia y del amor eterno. Por eso confío plenamente en tu Palabra. Espero en ti, porque me has mostrado que contigo todo tiene sentido, que mi vida tiene propósito y rumbo, y que solo en ti encuentro la salvación.
Señor, purifica hoy mi alma. Límpiala de todo aquello que no te agrada para que sea digna de tu presencia y pueda permanecer contigo por la eternidad. No permitas que nada me aparte de ti, ni que obstaculice mi camino hacia la salvación o impida recibir las bendiciones que con tanto amor me ofreces. Gracias, Dios mío, porque aun en las pruebas me das valor y un firme deseo de seguir adelante.
Hoy reconozco que estás vivo en mí. Eres mi sostén, mi fuerza, y la base sobre la cual se construye mi vida. Concédeme la gracia de transformar cada prueba en una oportunidad para crecer y madurar. Dame paciencia y tolerancia para respetar a quienes piensan o actúan diferente.
Deseo que mi madurez espiritual se refleje en una actitud de respeto y armonía con quienes me rodean. En cada situación que enfrente hoy, te ruego que seas tú quien me conceda la paz que solo viene de ti. Contigo puedo vivir con serenidad, porque nunca me abandonas y siempre cuidas de mí con amor fiel.
Perdóname, Señor, porque muchas veces no he sabido responder con amor al regalo de la vida. No siempre he valorado lo que me has dado. He buscado más sin reconocer la abundancia de tus bendiciones. Hoy te entrego este día, mi familia y cada persona que amo. Protégelos con tu cuidado para que vivan siempre envueltos en tu misericordia, y que un día podamos celebrar unidos en tu presencia por toda la eternidad.
Señor, en ti deposito toda mi confianza. Tú eres mi roca firme y el refugio al que acudo cuando llegan las pruebas. Estoy seguro de que, al terminar el día, mi corazón estará lleno de gratitud por todas las bendiciones que habrás derramado sobre mí. Gracias, mi Dios, por permitirme comenzar este día bajo tu bendición, por llenar mi corazón de gozo y por revelarme tu grandeza.
Gracias porque no te aferras a mis errores del pasado y me das una nueva oportunidad para vivir con amor y entrega. Gracias, Padre misericordioso, por el amor, la gracia y las bendiciones que hoy derramas sobre mí. Amén.
Quiero servir a los demás con alegría, buscando siempre oportunidades para ayudar, consolar o acompañar a quienes me rodean, sin esperar nada a cambio.
“Dios mío, que tu salvación me levante. Alabaré el nombre del Señor con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias.”
— Salmo 68